La gran fiesta del fútbol mundial ya está aquí. El Mundial de Rusia 2018 enfrentará a 32 selecciones, se disputarán 64 partidos que serán vistos por más de 1,5 millones de turistas y una audiencia televisiva superior a los mil millones de espectadores.
Este Mundial huele a record. En pleno apogeo de las redes sociales, sistemas de telecomunicación e infraestructuras de sistemas, Rusia ha decidido dar un salto más y ha digitalizado sus estadios, como lo leen. El país ha invertido más de 15.000 millones en la Copa del Mundo. La mayor parte se ha dirigido a los 12 estadios, donde se han instalado tecnologías para rebajar el consumo de energía y el impacto ambiental. Estamos hablando de una inversión 5 veces mayor a la que realizó Brasil en su Mundial de 2014. Ojito!
Con la vista puesta en el escaparate mediático que supone un evento deportivo de estas características, gran parte del presupuesto se ha destinado a los doce estadios de las once ciudades donde se celebran los partidos (Moscú cuenta con dos). Sólo los estadios Kazán Arena y Spartak Stadium estaban ya operativos, mientras que seis han sido construidos y los de Luzhnikí (el antiguo Estadio Central Lenin) de Moscú y el Ekaterimburgo Arena han sido ampliamente remodelados, al ser edificios obsoletos de la década de los cincuenta. A ellos se unen San Petersburgo, reconstruido preservando elementos históricos del viejo Kirov Stadium; y Sochi, donde debutará la Selección Española el viernes frente a Portugal, construido para los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014, pero cuyo campo se ha adaptado a los requerimientos de la FIFA, organizadora del Mundial.
El grueso de las obras ha tenido como objetivo cumplir la exigente política de sostenibilidad ambiental y social de la FIFA. Para cumplir esta estrategia, todas las sedes tienen que contar con un estándar de construcción sostenible que asegure el menor impacto ambiental posible desde la planificación (asegurando que los flujos de transporte contribuyan a consumir menos combustible y favorezcan el uso de vehículos de energías alternativas) hasta la construcción, utilización y derribo de las instalaciones. De este modo, los certificados de construcción verde aseguran que los recintos no son sólo zonas libres de tabaco y permiten el acceso a personas con movilidad reducida, sino que también han implementado soluciones para mejorar su eficiencia energética, ahorrando recursos naturales.
Para este Mundial, las autoridades rusas han diseñado el primer estándar propio de certificación verde (Ruso, the football stadiums) para los estadios, pero algunos han optado por Breeam, una de las certificaciones ecológicas más extendidas del mundo.
El Estadio , donde se disputará la final, con capacidad para 81.500 espectadores, fue uno de los primeros en obtener el certificado Breeam. Aprovechando su renovación, ha instalado modernos sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado, controlados por una central automatizada que monitoriza constantemente los consumos del edificio. También lámparas LED que ahorran un 70% del gasto en electricidad, y sistemas de gestión de agua para reducir en 160.000 litros cada día de partido. Además, se han plantado 1.050 árboles y arbustos y colocado 15.700 metros cuadrados de parterres, mejorado los accesos con nuevas paradas de metro y autobús y carriles bici.
La tecnología ayuda a monitorizar los consumos de los recintos, que gastan hasta un 70% menos. En el Kazán Arena (45.500 espectadores), uno de los primeros con WiFi gratuito, España jugará contra Irán su segundo partido. Ha obtenido la certificación Ruso, tras mejorar los accesos e instalar novedosos sistemas de recogida de residuos y de ahorro de energía (70% menos) y agua. Entre ellos, un sistema de recogida del agua de lluvia, que se acumula en tanques, y permitirá regar, al menos, el 40% del césped. En Kazán llueve, de media, 15 días al mes entre mayo y octubre.
El Mundial de Fútbol es el gran escaparate de los fabricantes de ropa deportiva y, en esta contienda, Adidas arrebata a Nike el trono de la empresa que equipa a más selecciones nacionales. La marca alemana viste a doce países, frente a los diez de su rival americano.
Los fabricantes también compiten en el terreno de la sostenibilidad. Si en Brasil 2014 la tela de las camisetas y los pantalones de los jugadores estaba elaborada con PET reciclado (a partir de botellas de plástico), en este Mundial la estrella es el poliéster reciclado. El poliéster es un producto derivado del petróleo con un fuerte procesado e impacto ambiental. Sin embargo la técnica ha avanzado lo suficiente como para crear poliéster a partir del reciclaje de botellas de plástico.
El poliéster reciclado usa un 75% menos de petróleo que el virgen, se consume menos energía y se emite menos CO2 en su producción, pero con las mismas características: es impermeable, flexible y con larga resistencia al desgaste y a las altas temperaturas. Tanto Adidas como Nike han apostado por el poliéster reciclado para las camisetas y los pantalones de las selecciones a las que visten, pero mientras las del fabricante alemán está confeccionadas con este material en un 49% y en un 51% por el poliéster tradicional, en el caso de Nike es del 100%. Adidas, además, como socio de la FIFA, ha hecho pública la lista de fábricas y países donde se ha confeccionado la ropa de los equipos, asegurando el respeto a las condiciones medioambientales y sociales de los trabajadores mediante inspecciones periódicas.
Adidas, socio de la FIFA, es el encargado de fabricar el balón oficial de la competición desde hace 48 años. En esta ocasión, la marca alemana ha reeditado el Telstar, un modelo que tomó su nombre del satélite de TV que se lanzó al espacio en los años 60 y que ya se utilizó en México 1970 y Alemania 1974, bautizado como Telstar 18. Fabricado con elementos sostenibles (100% poliuretano termoplástico, un elastómero muy versátil con propiedades especiales) comparte con sus hermanos mayores el estampado pixelado, pero posee una superficie sellada térmicamente para mejorar su precisión, ofreciendo a los futbolistas una trayectoria más predecible y un mejor contacto, y para disminuir la absorción de agua.
La Copa del Mundo se juega en once regiones distintas de Rusia con cinco climas diferentes (del subtropical al continental). El envoltorio de la pelota también está fabricado con materiales reciclables. Pero la gran innovación procede de la incorporación de un chip NFC (una tecnología que permite el intercambio de datos entre dos dispositivos) en el logo impreso en el balón. Con este chip, se puede interactuar con el Telstar 18 usando un smartphone, gracias a una app de Adidas. Al apuntar al balón con el móvil se puede obtener información exclusiva sobre el producto, acceder a contenidos de Adidas Fútbol y a competiciones y desafíos especiales. Adidas ha prometido que las funciones estarán actualizadas. La mayoría de los dispositivos Android, al igual que los Apple a partir del iPhone 7, incluyen la tecnología para leer etiquetas NFC. Dentro de la promoción, el esférico que inaugurará la competición el 14 de junio, con el partido entre Rusia y Arabia Saudí, viajó hasta la Estación Espacial Internacional en marzo, regresando a tierra el 3 de junio.